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Jhair Pérez: «No me fue nada fácil decidirme a ser sacerdote; pero Dios me dio la luz necesaria.»

Quisiera empezar estas líneas con palabras de San Juan Pablo II sacadas de su libro titulado Don y Misterio: “La Vocación Sacerdotal es el misterio de un maravilloso intercambio –admirabile commercium– entre Dios y el hombre.”(pág.27) Es decir, el hombre que ofrece su humanidad para que Dios haga de ella un instrumento de salvación.

Mi nombre es Jhair Flavio Pérez Lizarme, nací el 22 de agosto de 1998 en el Hospital de “La Maternidad” en Lima. Mi familia vive en Mala (Cañete). Mis padres son Víctor Pérez Campuzano y Susan Lizarme Carlos. Mi papá es natural de Huampará (Yauyos), se dedica al rubro de materiales de construcción y le encanta el mundo de la mecánica. Mi mamá es natural de (Jauja) Huancayo, es ama de casa y siempre está atenta de nosotros sus hijos. Tengo tres hermanos, mi hermano Matías que le gusta todo sobre arquitectura y el fútbol, mi hermana Rafaela que baila muy bien la marinera, y mi hermana Fátima que es una niña inteligente y activa.

Bueno, Dios tiene sus estilos para llamar. En mi caso, no tengo un acontecimiento grandioso, pero sé que se valió de muchos instrumentos providenciales. Pienso que la semilla vocacional empezó, primero, por el regalo de mi familia. Luego, por la invitación a participar de la Asociación de Acólitos de Mala; el conocer a buenos sacerdotes de la parroquia de Mala; y también, por estudiar en colegios parroquiales: Primaria en I.E.A.C Apóstol San Pedro, y secundaria en Colegio-Seminario Menor.

Siendo alumno del Colegio Apóstol San Pedro me invitaron a formar parte del grupo de los acólitos. Fue una bonita experiencia llena de anécdotas graciosas. Y sobre todo, me fue inspirador ver de cerca el gran milagro de la Eucaristía celebrada por el sacerdote

Tengo muy buenos recuerdos y aprendizajes del Seminario Menor “Nuestra Sra. Del Valle”. Creo que fue muy importante realizar los estudios secundarios en dicho Colegio, porque fue ahí donde aprendí a tratar personalmente a Jesús, conocí más de cerca la labor de los sacerdotes, y donde me decidí libremente seguir a Dios mediante el Sacerdocio, pues notaba que en el mundo hacía realmente mucha falta de ministros que acercaran a las personas a Dios. Que llevaran los sacramentos y la Palabra Divina.

No me fue nada fácil decidirme ser sacerdote. Tuve también dificultades, pero qué maravilloso es Dios, que en medio de las adversidades te da la luz necesaria. Porque, como decía Madre Teresa de Calcuta: “Dios nunca se equivoca”. Si Dios te llama es para siempre.

Mi formación sacerdotal lo realicé en el Seminario Mayor “San José” de Cañete. Lugar donde se respira un gran ambiente de familia, de apostolado y amor a Dios en la liturgia. Doy gracias al Señor por mi Obispo, los formadores y por mis hermanos seminaristas.

Finalmente, querido lector, he querido compartirte de modo breve mi historia vocacional con la intención de que sigas rezando y mortificándote con más ahínco por la santidad y el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Pues, decía San Juan Pablo II: “La oración hace al sacerdote y el sacerdote se hace a través de la oración”. Dios sigue llamando. Que nos encuentre disponibles para el servicio.

Nuestra Madre del Amor Hermoso nos guarde. Cuento con tus plegarias. Cuenta con mi oración.

Jhair Flavio Pérez Lizarme