Nuestro próximo sacerdote Jesús Oyolo Velásquez, quien recibirá la ordenación presbiteral el viernes 30 de diciembre nos comparte la historia de su vocación:
Nací en Puquio, distrito de la provincia de Lucanas-Ayacucho. Tengo 25 años y en mi familia somos seis hermanos. Los estudios de primaria los realicé en Puquio, aunque los últimos tres grados los culminé en Cañete. La etapa de la secundaria la efectué en la I.E.P. José Buenaventura Sepúlveda en San Vicente de Cañete. En esta etapa de mi vida gracias al ejemplo de mis padres se afianzó mi vocación cristiana.
Un día me decidí hablar con un sacerdote acerca de mi posible vocación al sacerdocio. Cursaba quinto de secundaria. A las 6 de la tarde, después de las clases, como era mi costumbre, dirigí mis pasos hacia la Catedral. Era jueves. Las Iglesias estaban abiertas durante todo el día, y así las personas que querían acercarse a Jesús vivo en el Santísimo Sacramento se podían acercar y conversar con Él. Ingresé y encontré al Santísimo expuesto. Recé un momento. Sentía temor. Gracias a Dios vi a un sacerdote en oración mirando al altar. Me acerqué y después de saludarle le dije: –Padre, quiero ser sacerdote. -¡Qué bueno! expresó, y preguntó mi nombre y el grado de mis estudios. En seguida pregunté: –Padre, ¿Cómo hago para ingresar al Seminario Mayor? -Ayuda en la Santa Misa, dijo.
Me sorprendí. Esperaba una respuesta larga. Vivía un poco lejos en Pampa Castilla. Sin embargo, el siguiente domingo ya estaba acolitando en la Santa Misa. Y me esforzaba por hacerlo todas las semanas. El Señor se sirvió de aquella sencilla afirmación para consolidar mi llamado.
Confesaba y comulgaba en cada celebración. Seguía visitando el sagrario en las tardes. Quiso Dios que mi vocación naciera en y para la Eucaristía. Luego, conocí a sacerdotes que me guiaron con sus consejos. Me invitaron a participar en algunos encuentros vocacionales. No dudé en responder inmediatamente. Concluí el último grado de secundaria y decidí ingresar al Seminario Mayor San José.
Los años de mi formación filosófica y teológica comprendieron el período 2014 – 2020. Fueron tiempos de continua oración, crecer en el amor a Jesucristo y a su Madre Santísima y ejercitarse en una vida interior sólida. El estudio profundo ha sido un medio para conocer más a Dios y a la Iglesia.
El Seminario fue un tiempo maravilloso para aprender a pastorear almas mediante las catequesis. Y la convivencia diaria con los seminaristas ha fortalecido mi vocación. Siguiendo el consejo de un amigo sacerdote escribí en un pequeño papel la razón de mi deseo de servir a Dios como sacerdote.
Él lo puso debajo de la custodia en la Capilla de Adoración perpetua junto a la Catedral, para que así mi deseo siempre esté cerca de Jesús Sacramentado expuesto.
Diácono Jesús Oyolo Velásquez