A menos de un mes de las Elecciones Generales 2021, que se realizarán el domingo 11 de abril, los Obispos del Perú expresaron, en un Mensaje, que “nos acercamos a las elecciones generales del Bicentenario en medio de una de las peores crisis de nuestra vida republicana”.
En esta línea, enfatizaron que “la buena política requiere candidatos honestos y responsables, con espíritu de servicio, capaces de dialogar y de tender puentes a favor del bien común, que es el bien de todos y de cada uno de los que formamos parte de este Perú”.
“La política que se necesita”
(Cfr. Papa Francisco, Enc. Fratelli tutti, 177)
1. Nos acercamos a las elecciones generales del Bicentenario en medio de una de las peores crisis de nuestra vida republicana. Tal vez sea la peor porque es una crisis pluridimensional: sanitaria, económica, moral, educativa y política, que afecta gravemente nuestro presente y puede afectar más gravemente aun nuestro futuro como nación.
2. Ante esta realidad, quienes postulan como candidatos en este proceso electoral tienen una responsabilidad mayor que quienes los precedieron en elecciones pasadas. No sólo porque un buen grupo de ellos tendrá la tarea de guiar el destino inmediato del país desde el Poder Ejecutivo y el Congreso, es decir el futuro de millones de familias con sus hijos, sino porque todos, salgan elegidos o no, tienen hoy la posibilidad de cooperar en la necesaria rehabilitación de la política y el fortalecimiento de la sociedad.
3. El elevado nivel de corrupción de altas autoridades y funcionarios públicos y los enfrentamientos estériles entre poderes del Estado, así como entre las diversas bancadas e, incluso, al interior de los mismos partidos políticos, unidos a los intentos de introducir en nuestro Perú ideologías extranjeras contrarias a la familia y la vida, reflejan que la clase política, salvo algunas excepciones, se ha vuelto autorreferencial y vive de espaldas al pueblo.
4. Ante esta situación se corre el riesgo de que el pueblo peruano pierda la esperanza y caiga en una depresión colectiva respecto a la política, lo cual sería muy grave porque la magnitud de la crisis que aflige al país es tan grande que ningún candidato o partido podrá sacarnos de ella por sí solo. Se requiere el trabajo y esfuerzo conjunto de todos los peruanos, porque de esta crisis pluridimensional salimos juntos o no salimos.
5. En ese contexto y estando a pocas semanas de las elecciones generales, hacemos un llamado a los partidos políticos y sus candidatos para que destierren de las campañas electorales los epítetos humillantes y las ofensas a sus rivales y prioricen la presentación de propuestas no demagógicas sino serias y viables, manteniendo siempre abiertas las posibilidades de un diálogo respetuoso con los diversos actores de la vida social, económica, cultural, educativa y política del país. Pedimos a los medios de comunicación que colaboren con este objetivo.
6. La buena política requiere candidatos honestos y responsables, con espíritu de servicio, capaces de dialogar y de tender puentes a favor del bien común, que es el bien de todos y de cada uno de los que formamos parte de este Perú. “Necesitamos una política que piense con visión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis…una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas” (Papa Francisco, Fratelli tutti, 177; Laudato si’, 197 y 181).
7. Una política que no se subordine a la economía ni al paradigma eficientista de la tecnocracia, sino que la oriente como parte de un proyecto mayor de desarrollo humano integral sostenido y sostenible, en el que se atienda de modo preferencial a los pobres.
8. Invocamos también a la ciudadanía a no dejarse llevar por “un febril intercambio de opiniones en las redes sociales, muchas veces orientado por información mediática no siempre confiable…quizás imponiéndose a los demás por sus tonos altos y agresivos” (Fratelli tutti, 200).
9. Asumamos con responsabilidad nuestra participación en la vida política. Votar es un deber que nos incumbe a todos. Preparémonos de modo adecuado para emitir un voto consciente e informado, sopesando los problemas coyunturales y estructurales que afectan a nuestro Perú, y evaluando la capacidad que los candidatos puedan tener para resolverlos y las garantías que nos puedan brindar de que así lo harán.
10. Estamos convencidos de que es posible que en nuestro país la política llegue a ser el grado más alto de la caridad. Ello requiere de líderes que vivan con pasión su vocación de servir al pueblo al que representan y que, además de contar con la debida preparación para el alto cargo al que aspiran, sean capaces de promover una cultura del encuentro y la amistad social, poniendo en el centro a la persona humana, la familia y la comunidad.
11. Requiere también de la participación activa de todos los peruanos: “vivamos y enseñemos el valor del respeto, el amor capaz de asumir toda diferencia, la prioridad de la dignidad de todo ser humano sobre cualesquiera fuesen sus ideas, sentimientos, prácticas y aun sus pecados…No nos resignemos a vivir encerrados en un fragmento de la realidad” (Fratelli tutti, 191).
12. Como dijo el Papa Francisco en su visita a Perú, no nos dejemos robar la esperanza; por el contrario, trabajemos unidos “para que todo peruano, toda peruana pueda sentir que este país es suyo…una tierra en la que pueda hacer realidad su propio futuro…un Perú que tenga espacio para ‘todas las sangres’, en el que pueda realizarse la promesa de la vida peruana” (Lima, 19.I.2018).
13. Las próximas elecciones generales son una ocasión propicia para retomar la senda de la buena política y fortalecer nuestro régimen democrático, de modo que las celebraciones del bicentenario de nuestra independencia nacional sean un hito en nuestro proceso histórico de búsqueda de la justicia social, la paz y la fraternidad.
14. Con esa finalidad, así como venimos brindando asistencia social al pueblo peruano en este tiempo de pandemia, queremos acompañarlo también con nuestra palabra y nuestra oración en este proceso electoral, para que nadie se sienta solo; “queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad…tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación” (Fratelli tutti, 276). Dios bendiga a nuestra Patria.