Me presento: soy Jean Pierre Lázaro Gálvez, nací el 25 de agosto de 1998. Soy natural del distrito de Huangáscar de la provincia de Yauyos. Mis padres Edgar y Gladiz. Mis hermanos Christian y Álvaro. Siendo niño tuve una infancia muy feliz y movida, porque era muy travieso. Estudié inicial, en la I.E 428; y la primaria, en la I.E 20140 de Huangáscar. Estoy agradecido con los profesores por sus enseñanzas impartidas. De toda esa etapa, tengo muy gratos recuerdos.
En mi pueblo, durante los días de semana, después de la escuela; solíamos ir con mi hermano a la chacra, ayudar a mi abuelo a echar al corral las vacas, recoger el queso y traer a las ovejas. Todo eso lo hacíamos jugando y nos divertíamos mucho. Pero en el tiempo de lluvia, todo eso era más difícil de hacer. Así mismo, durante el año los fines de semana íbamos a la chacra, ya no por unas horas, sino todo el día. Disfrutaba mucho del campo. Según nosotros (con mi hermano) ayudábamos a regar, a ordeñar las vacas, sacar la mala hierba, reconstruir los andenes caídos (pircas); pero solo éramos niños que buscábamos cualquier momento para jugar.
El 15 de agosto del 2006, me bautizó el padre Nilton Pachas. En la solemnidad de “la Virgen de la Asunción”. En ese momento tenía 8 años de edad y estaba muy grandecito para ser bautizado. Mis padres habían dejado pasar muchos años, para que yo recibiera el sacramento del bautismo. La iglesia recomienda bautizar a los niños, a las pocas semanas de su nacimiento. Este es uno de los motivos, por el cual siempre les molestos a mis padres, “por qué esperaron tanto”.
Estudié la secundaría en dos colegios, en Huangáscar el primer grado, en la I.E “San Juan Bautista”. Huangáscar es un pueblo tranquilo que tiene un buen clima; donde hay gente muy creyente, trabajadora y que quiere salir adelante. He gozado y soy testigo de todo ello. Por esos años, las religiosas de la congregación “Jesús Verbo y Victima” trasladaron su sede parroquial del distrito de Viñac hacia Huangáscar por encargo del obispado.
A partir del segundo año de Secundaria hacia delante, me trasladé al colegio Seminario Menor “Nuestra Señora del Valle”, Nuevo Imperial – Cañete. El colegio fue decisivo, para decidirme a seguir la vocación sacerdotal. Cuando vine al colegio mi hermano mayor ya estudiaba allí. Me acostumbre rápido al internado. Fue un día mientras rezábamos el rosario en la ermita del colegio, donde Dios me hizo ver que yo podía ser sacerdote. El colegio tenía un horario muy atractivo. Estaba todo muy bien distribuido. Podíamos hacer muchas cosas. Por la mañana teníamos el aseo personal, realizábamos la limpieza de sectores, teníamos la oración, la Misa, las clases, los momentos de comida, por la tarde el deporte con tus compañeros, por la noche el rosario, el estudio personal y momentos para ver la TV. Nos formamos en todas las dimensiones: espiritual, intelectual y humana. Fue en el Seminario Menor donde empecé a tratar más a Jesús y a plantearme seguir la vocación sacerdotal. Me quedan muy bonitos recuerdos del colegio. A tal punto que, en el discurso de fiesta de promoción me brotaron unas lágrimas, por todo lo vivido allí.
Ingresé al Seminario Mayor “San José” de Cañete el 28 de diciembre del 2015. Allí he aprendido todo lo necesario para mi futura labor sacerdotal. Agradezco a Monseñor Ricardo García, y a los anteriores y actuales formadores, por la paciencia y confianza que han depositado en mi persona. Desde el 1 de febrero del 2023 vengo realizando mi práctica pastoral en el Seminario Menor “Nuestra Señora del Valle”, acompañando a los alumnos que estudian en esta institución educativa de acción conjunta. Solo me queda agradecer, a las personas que siempre rezan por los sacerdotes, religiosas y seminaristas.
Muchos diáconos y sacerdotes cuando reciben la ordenación, suelen decir “ya no me pertenezco”, y es una realidad que se percibe con su total consagración a Dios. El camino de la vocación sacerdotal es una aventura que la recorremos con Jesús. Es camino de servicio. Es un camino de fidelidad. Es un camino de entrega total.
Monseñor Luis Sánchez Moreno Lira, les decía a los jóvenes que estaban en camino al sacerdocio (los seminaristas): “recen para perseverar y estudien para interiorizar”; les decía aquello, para que puedan ser conscientes de la gran responsabilidad que conlleva su entrega. El sacerdote es solo un administrador de los misterios de Dios, y lo que se busca de un administrador es que sea fiel. El sacerdote es un hombre de Dios y un hombre de oración. Por todo ello nos encomendamos a la Virgen María Madre del Amor Hermoso, y le pedimos “alcánzanos del Señor sacerdote santos”.
Dios mediante recibiré la Ordenación diaconal el próximo 15 de diciembre a las 5:00 pm, cuento con sus oraciones y su presencia.
Seminarista Jean Pierre Lázaro Gálvez